Érase una vez en un aeropuerto perdido en la nada había un avión que nadie lo utilizaba hacía mucho tiempo y por causas desconocidas había mutado, no en sentido malvado sino en sentido de cerebro humano .
200 años más tarde en el año 3.720 descubrieron mediante radares súper potentes un movimiento no identificado. Un día un joven de unos 12 años llamado Maik tuvo curiosidad por saber qué ocurría en aquel aeropuerto desierto que salía tanto en las pantallas, en la calle, en la casa... en fin, en todos lados, y quiso contárselo a su tío Robert que era rico. .-Tío, ¿puedes llevarme a lo que sale tanto en la tele? -Dijo Maik.
Y el tío un tanto extrañado por la pregunta, respondió.
-Vale, ¿pero cuándo?
-Mañana.
- ¿Mañana?
-Sí, mañana.
-Lo intentaré, Maik.
Llegó el día y fueron con precaución y lo vieron. Parecía estar aburrido puesto que se le había estropeado un motor por el tiempo, no podía volar y se acercaron sigilosamente y desgraciadamente había hojas secas en el suelo y las pisaron, “CRRAC”, y el avión robot, o lo que fuese, les vio y no le dio tiempo a huir pero rápidamente el tío le echó al avión un humo que lo durmió y corrieron hacia él a ver de qué estaba compuesto, y como Maik era muy inteligente descubrió un chip de un centímetro de millones de gigas de memoria, como un cerebro que proporcionaba recuerdos, sentimientos, dolor.. y también descubrió que su inventor quiso que a los 25 años de colocar el chip sería como un humano, y ya había empezado la mutación. Se fueron antes de que despertara y volvieron al año siguiente que parecía mas pequeño y se quedaron allí mucho tiempo. El avión decrecía y decrecía y cuando Maik cumplió los 14 años, el avión, con ya 1´47 de altura, tomó forma de robot parecido a un humano y al parecer indefenso, se acercaron y el robot y Maik se hicieron grandes amigos y se fueron juntos a la ciudad .
Fin
por: Antonio Ruiz Robles
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